Antes de modelar, es importante conocer el tipo de tecnología que vas a usar: FDM, SLA, SLS, etc. Cada una tiene limitaciones distintas en cuanto a precisión, soportes, grosor de capa y materiales. Diseñar sin conocer esto puede llevar a errores innecesarios.
Paredes delgadas son una de las causas más comunes de fallas en impresión. Asegúrate de revisar las especificaciones de tu impresora y usar los grosores mínimos recomendados. Una pared muy delgada puede no imprimirse bien o romperse fácilmente al manipularla.
Elementos sueltos o flotantes que no están bien anclados al modelo general pueden fallar al imprimirse o generar problemas al remover soportes. Cada parte debe estar conectada de forma estructuralmente sólida.
Evita ángulos demasiado pronunciados, voladizos sin soporte o detalles extremadamente pequeños. Un modelo visualmente atractivo no siempre es viable técnicamente. Asegúrate de que tu diseño pueda sostenerse durante la impresión sin deformarse.
Un modelo abierto o con errores en la malla (como superficies sin cerrar) puede hacer que el archivo no se imprima. Siempre revisa que tu archivo esté completamente cerrado (modelo "manifold") antes de exportarlo.
Piensa en el lijado, ensamblado o pintado desde el principio. Diseñar uniones limpias, agregar tolerancias adecuadas y facilitar el acceso a zonas internas puede ahorrarte tiempo y retrabajo.
Una pieza estética que no cumple su propósito no es útil. Define desde el principio qué necesita hacer tu pieza: resistir carga, ensamblarse con otras, ser ergonómica, etc. Después de eso, trabaja en su apariencia.
Conclusión:
Un diseño efectivo en impresión 3D nace desde el modelado. Pensar en cómo se va a imprimir y usar la pieza es lo que marca la diferencia entre un simple adorno y un prototipo funcional.
¿Listo para llevar tus diseños al siguiente nivel?